Premiación y Agradecimiento

Eduardo Langagne, Consuelo Sáizar, Manuel Arango y Sari Bermúdez

17 de noviembre de 2005
Aula Magna del CENART

Gracias de todo corazón.

Yo llegué hasta ustedes por un azar seguro pidiendo tan sólo una manita de gato
y heme aquí sofocada y trémula por el oro de los tigres, porque ustedes me conceden
el nombre de poeta y me otorgan la corona de laurel inmarcesible.

Quiero compartir con todos ustedes, dos sentimientos y una buena noticia.
El primer sentimiento fue también el primero en sorprenderme: un tenue y ala vez rotundo patriotismo.
La patria, sentida en los jazmines o en una vieja espada, como dijo Borges, se me apareció
de pronto en las voces del maestro Eduardo Langange y de Don Miguel Limón Rojas el día entre
los días que, por teléfono, me comunicaron que "Tigres de la Otra Noche" habνa ganado.

La impresión es tan fuerte y la experiencia tan insólita, que no puedo yo sola con ella.
Por eso la comunico y transfiero a ustedes...
Señores, hoy somos primeros entre los mejores, y esto en la más noble de las artes,
la poesía, y la que tiene la más noble de las intenciones:
brotar del corazón del poeta a la imaginación de los niños.

A este concurso concurrieron 437 poetas del mundo de habla española.
Esto no es una estadística, sino un portento.
437 confabuladores de bellezas.
437 flechadores apuntando a un blanco sublime, el blanco por excelencia:
la imaginación tierna y sagrada de los niños.
Nos hubiιramos regocijado igualmente si el triunfador hubiera sido un poeta peruano, español
o argentino, porque la iniciativa generosa salió de la Fundación para las Letras Mexicanas...
pero hoy tenemos motivo cierto para enorgullecernos, porque en este día
por mi raza hablará el espíritu, como vislumbró el más alto de nuestros educadores.

El otro sentimiento atañe al tema fundamental de la poesía y de la apetencia humana.
El amor, que describió como nadie Dante Alighieri en el verso final de su Commedia:
l'amor che muove il sole e l'altre stelle.
Los poemas que yo escribí una tarde al lado de mi hijo han sido ennoblecidos y ensanchados
por los lectores generosos que han tenido hasta ahora.
Y estos tigres no tienen límites porque desde su nacimiento han tenido lectores inmensos que
a través de ellos han experimentado lo que todos sienten y ningún filósofo explica:
el rumor misterioso de la poesía, ese algo alado, liviano y sagrado, como la definió Platón.

Y es a fin de cuentas el amor, porque este libro que todavía no es, ya es un proyecto enamorado,
una oportunidad de gozo en la creación, como lo fueron las catedrales góticas,
la Commedia del Dante o el Taj Mahal del Shah Jehan.
Es el amor, que no tiene que decirse, porque es tan grande y luminoso como el silencio que lo encierra.

Les anuncié una buena noticia y ésta es efectivamente un evangelio:
El espíritu de las letras mexicanas está a salvo, custodiado en un arca sagrada
por una orden de caballeros en la Fundación para las Letras Mexicanas.
Para ellos pido el aplauso que, generoso e inmerecido, han venido ustedes a otorgarme hoy.

(María García Esperón)